Text: Ana Anguita. Fotos: Bibian Escudero/Vaga Feminista L’H/ Grup d’Habitatge de Sants
El domingo 8 de marzo, unas 300 personas recorrimos la zona norte de l’Hospitalet para visibilizar las formas en las que el patriarcado y el machismo nos afectan como mujeres que vivimos y/o trabajamos aquí (de forma remunerada o no).

La plataforma unitaria Vaga Feminista LH convocó un año más a las bases feministas de la ciudad a las 11:00 en la plaça de la Carpa (Can Serra) para visibilizar por un lado el feminicidio ocurrido el verano pasado y también para recordar que la interseccionalidad del patriarcado, del capitalismo y del racismo tiene efectos perversos en los cuerpos de las mujeres por eso quisimos que nuestros gritos llegaran a las cocinas, los dormitorios, las salas de una de las zonas más densamente pobladas en la Europa de la vergüenza y más olvidadas por las instituciones.
La autoorganización y la resistencia feminista como camino hacia vidas dignas. La huelga en domingo
(“No estamos todas, faltan las internas”)
Todos los días son 8-M pero el del 2018 fue especialmente significativo porque fue el primero en el que nos juntamos vecinas, colectivos y entidades para reivindicar que l’hospitalet debe tener su propia autoorganización y reivindicación feminista.

Que ser ciudad de periferia y de acogida tiene sus consecuencias en este patriarcado postmoderno neoliberal. Asesino, canino, explotador y extractivista. Este año hemos vuelto a salir juntas y diversas por unas vidas dignas, desde y para los patios de vecinas.
Desde entonces, el movimiento feminista en l’Hospitalet presente en vecinas organizadas o no en entidades, colectivos o asociaciones ha ido tomando cuerpo y haciéndose fuerte en las calles, en los centros de trabajo, en las cocinas y en las conciencias de muchas de nosotras.

Pero la huelga este año nos ha pillado a traspiés. Por caer en domingo, un día que, a priori, muchas de nosotras no vamos a nuestros puestos de trabajo remunerado. Un día que solemos destinar a descansar, a poner lavadoras y a organizar la comida de la semana.
Es decir, un día de trabajo no remunerado necesario para que podamos estar el lunes frescas, lozanas y limpias y que el mundo pueda seguir funcionando. Un mundo que oprime y aprieta a unas más que a otras, sin embargo. Este capitalismo neoliberal, patriarcal y racialmente estructurado que nos obliga a relegar los cuidados al descanso o a la mercantilización.
No es un privilegio que los domingos no vayamos a nuestros empleos remunerados que nos agotan de lunes a viernes (las más afortunadas) o sábados. Es derecho y muchas de nuestras hermanas no pueden ni siquiera soñar con él.
Las que por el color de piel o nombre más vulnerablilizadas están y más fácil es expoliar, explotar y detraer sus vidas, sus cuerpos y riquezas. Y a veces quién las oprime es la señora de éxito emprendedora y liberada con un cargo con nombres raros y en inglés.
Este año, el 8-M nos ha enseñado mucho y algunas estamos agotadas. Pero hemos conseguido encontrarnos en un proceso interno y colectivo activando la sororidad, en tanto esa capacidad de entender a la otra desde el reconocimiento de que su lucha para no acabar explotada ni muerta también es tu lucha y que, sin duda, es nuestra lucha.
Por eso es fundamental que el feminismo de l’Hospitalet se piense desde l’Hospitalet y vea quiénes son sus vecinas y aliadas. Y por eso la necesidad de que el feminismo se muestre fuerte en ciertos lugares más frágiles y olvidados. Y decirle a la ciudad dónde y porqué hay que poner el foco en la lucha contra el patriarcado.

Por eso el domingo muchas de nosotras salimos con orgullo y alegría. Y muchas de nosotras decidimos ir hasta el final de la marcha. Para dejar lugar a otras que gritaron duro y fuerte exigiendo la ratificación del convenio 189 y el 190. Hemos vuelto a encontrar los puntos en común en vez de sacarnos la puntilla.
“Sola y borracha, primero va la casa”
El lunes 9, una vecina del barrio me llamó para buscar soluciones para otra vecina suya del bloque, una mujer monomarental de menos de 25 años de origen latinoamericano con dos menores de tres años, que ha sido víctima de las mafias okupas, esas que a cambio de 2000-3000€ le dan la patada al piso por ti.
Según me contaba, al día siguiente de abrirle el piso por una cantidad imposible de obtener la misma mafia le acosa y corta los suministros para que echarla y poder meter a otra familia.
La chica llamó a un amigo suyo, grande fuerte, que le da seguridad para poder contrarrestar con más masculinidad a los mafiosos. Bueno, pues el amigo le ha dicho que “no se va y que si ella le echa del piso, le mete una paliza”. Y mi amiga preguntándome que qué pueden hacer…
La asamblea de la plataforma decidió este año acompañar, poner el cuerpo y la alegría para visibilizar uno de los peores lugares donde más aprieta el patriarcado y el capitalismo en las mujeres: la vivienda.

Porque sin casas no hay vida y la vida, digna o no, es eso que sostenemos las mujeres, muchas veces de forma invisible, en silencio o aisladas. Se nota, se siente, l’Hospi está presente se nos llenó la boca al llegar al punto de encuentro. Fuimos recibidas con ruido, música, sol y mujeres bailando libres y felices por el bien común. Porque el bloque es no-mixto y porque el bloque lo hemos liberado entre muchas.
De ahí, algunas de nosotras fuimos a la manifestación de Barcelona y otras nos quedamos hasta que no pudimos más.
“Contra la violència i l’especulació, fem llars feministes”, se anunciaba en el balcón. Cuando bajó una de las compas que estaba asomada nos dijo, “encara queden moltes portes per obrir”.
Y pienso que esta idea y el recuerdo de una abeja que sobrevoló nuestras cabezas mientras comíamos sentadas delante del bloque, protegiendo con nuestros cuerpos la vida de todas en general, deja un buen gusto de boca para saber que el año que viene más.